"Una tarea extremadamente difícil".
Así definió el exbuzo y exrescatista británico Geoff Crossley la operación para rescatar a los 12 niños y su entrenador atrapados en una cueva en Tailandia desde hace dos semanas.
La arriesgada misión empezó el domingo y cuatro de los jóvenes ya salieron de la cueva.
Los operativos se paralizaron para analizar la situación y renovar las fuerzas y las botellas de aire comprimido a lo largo del túnel, y se espera que se reanuden este lunes.
Al menos siete ambulancias aguardan en la entrada de la cueva, según los periodistas de la BBC enviados al enclave.
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El grupo está varado en un punto alto a unos 4 kilómetros de la entrada de la cueva Tham Luang, pero con el agua elevándose a su alrededor, los responsables del operativo decidieron que no se podía esperar más.
El recorrido contiene partes en las que los niños tienen que bucear y otras que pueden atravesar caminando.
Según el gobierno, podría tomar varios días sacar a todo el grupo.
A los rescatistas profesionales les tomó 11 horas completar cada viaje de ida y vuelta hasta el lugar donde se encuentra el grupo: seis horas en la ida y cinco en la vuelta.
No obstante, la primera fase del rescate, en la que lograron sacar a cuatro menores, les tomó menos de lo esperado.
El plan de rescate
El equipo de rescate está formado por 5 buzos tailandeses y 13 extranjeros.
La salida se organizó en tres grupos, con cuatro niños y ocho buzos por grupo. El entrenador, en teoría, saldrá el último.
Los rescatistas van sacando a los adolescentes de forma escalonada, de uno en uno.
El gobierno de Tailandia especificó que los niños llevarán tanques de oxígeno y máscaras completas.
Dos buzos acompañarán a cada niño durante toda la operación, y estarán guiados por una cuerda desplegada por los rescatistas.
El plan "requiere habilidades de alto nivel de los buceadores" y que los niños tengan "algunas habilidades de buceo, una mente fuerte y no entren en pánico".
Mantener a los niños tranquilos durante el rescate es esencial, dijo la BBC el exrescatista británico Geoff Crossley.
El peligro al que se enfrentan quedó en evidencia cuando esta semana un buzo, antiguo miembro de los cuerpos de élite de la Marina tailandesa, falleció tras llevarles provisiones y quedarse sin aire en el camino para salir de la cueva.
La complicada travesía
La primera parte del viaje de salida, a través de pasajes angostos e inundados, es la más complicada, según explica el corresponsal de la BBC Jonathan Head, desde el enclave.
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Implica largos periodos bajo el agua para "niños que nunca antes han utilizado equipos de buceo".
Algunos de ellos ni siquiera saben nadar, pero han recibido clases básicas de buceo y para mantener la calma en los últimos días.
En este punto, "la visibilidad es uno de los peores problemas en el buceo en cuevas", dijo Crossley en una entrevista con BBC Radio 5.
"Si no puedes ver mucho más allá de tu cara… eso lo hace muy difícil, porque podría haber rocas que se enganchen en los equipos", explicó.
Aproximadamente a mitad de camino llegan a la sección más estrecha, conocida como una especie de intersección en U, en la que tienen que pasar uno a uno, con las botellas de oxígeno delante y siempre guiados por los rescatistas y las cuerdas tendidas a lo largo de todo el trayecto.
Después de eso, pasan a la caverna que ha servido de base para las operaciones de los buzos.
Ahí descansan, antes de pasar a la última etapa, en la que pueden caminar más fácilmente hacia la entrada.
Una vez fuera se dirigen inmediatamente al hospital, en la ciudad de Chiang Rai.
Los primeros en salir están recibiendo tratamiento y se encuentran en buenas condiciones, mejor de lo esperado tras haber pasado dos semanas encerrados en las grutas, según pudo confirmar la BBC.
Los peligros para los niños
Además de la complicada travesía, la hipotermia también es un riesgo.
El agua en la cueva está muy fría y los niños estarán sumergidos, al menos parcialmente, en las muchas horas que les tomará salir.
Otro peligro son las infecciones. Pueden enfrentarse a todo tipo de enfermedades, que podrían ser transportadas por murciélagos o por el agua sucia.
¿Por qué ahora?
Inicialmente se había barajado la posibilidad de que el grupo se pudiera quedar en la cueva hasta que terminara la temporada de lluvias, es decir, alrededor de cuatro meses.
También se había explorado la idea de perforar la cueva.
Pero en plena temporada de lluvias, está claro que las inundaciones que originalmente atraparon a los niños solo empeorarán en los próximos días.
Los equipos de rescate han estado sacando agua desesperadamente de la cueva, trabajando literalmente las 24 horas.
En los últimos días, consiguieron drenar unos 128 millones de litros y el jefe de la operación de rescate, Narongsak Osottanakorn, dijo el domingo que los niveles de agua en el interior estaban en sus niveles más bajos de los últimos días.
"No hay otro día en que estemos más preparados que hoy", dijo Narongsak.
Personal médico, familiares, equipos de rescate y periodistas son solo algunas de las personas que han establecido una base en las inmediaciones la cueva en los últimos días.
También hay un ejército de voluntarios que acudieron a ayudar de la manera que puedan: ya sea que cocinando para los que están en el lugar, o limpiando los uniformes de los trabajadores de rescate.
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